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lunes, 19 de marzo de 2012

E-Dolescentes

El mayor peso que un ser humano ha de soportar durante todas su vida es el de asegurar su pertenencia a un grupo o comunidad estando siempre alerta de no ser rechazado. Esto ha sido así desde los inicios del hombre por el simple hecho de asegurar su propia supervivencia. Esta actividad que demanda altas dosis de energía mental se intensifica en el periodo de adolescencia necesitado sentirse permanentemente aceptados, valorados y en definitiva populares.

Una vez mas y siguiendo esta lógica las diferentes redes sociales parecen ser una herramienta de altísimo potencial para esta empresa. Ser popular es fácil, lo que  hace 10 años hubiera costado toda una vida, ahora con un par de clics de ratón puedes contar con 2000 amigos virtuales en una sola tarde. Un adolescente en los años 80 se haría adulto y definitivamente se dedicaría a otra cosa de mayor valor para su persona.

Pero dentro de este mundo de posibilidades se introduce un aderezo difícil de gestionar, intrínseco a la mentalidad de un adolescente y es su capacidad limitada de gestionar los riesgos. Aprovechando la aparente privacidad que te da una pantalla sienten una relativa seguridad de que todo lo que allí se publica, texto y especialmente fotos, solo llega a un subconjunto de sus 2000 amigos.

Antiguamente cuando a tu mejor amigo cara a cara le contabas una confidencia, si eras adolescente estabas seguro de que de allí no saldría aquel secreto, si eras adulto estabas seguro que la comunidad cercana  lo conocería en su conjunto y malversado esa misma tarde. Ahora si lo cuentas por Tuenti lo sabrán de inmediato tus 2000 amigos virtuales, por la tarde 5000 mas, básicamente los amigos de los tuyos y de por vida todo Internet.

El problema no es la inmediatez de la información sino que ya no podrás repudiar a tu amigo como antaño acusándole que desveló el secreto manipulado, en esta ocasión lo escribiste tu, para siempre en una base de datos recóndita de la red.

martes, 6 de marzo de 2012

CyberSeguridad

A principios del s.XIX Inglaterra lideró la Revolución Industrial. Su economía se basaba en fábricas y tecnología que aceleraban los procesos de fabricación cuyos diseños e innovacion guardaban con especial celo. En aquella época ya se atisvaba la necesidad de mantener en secreto los nuevos diseños tencnológicos del futuro. Detrás de una innovacion eficaz había un montón de millones de libras.

Todo esto fue desarrollando una especialización en lo que se denominó espionaje industrial. A través de técnicas de infiltracion se introducen recursos propios en las filas del blanco a espiar, para que suministren información de planes y proyectos del innovador contrario, quien dijo que copiar fuera tan facil. Estos topos, cuyo cometido básico es ganarse la confianza de aquéllos que poseen la información para tener acceso a la misma, copiarla y remitirla a la competencia.

Ahora en el s.XXI la sofisticación de los ataques ha llevado a invertir mucho dinero en agentes informáticos automatizados. Atrás quedaron los tipos con gabardina y sombrero, que escribían en una nota en clave los detalles del adversario innovador para remitirla a un tercero en un callejón oscuro jugandose la vida. Estos agentes se denominan troyanos y gusanos en lugar de topos. Infectan uno de los dispositivos informáticos de la red de datos de una empresa innovadora y dejan a su merced no los detalles de la evolución de sus sistemas, sino los propios procesos de generación de activos, ya sean tecnológicos, energéticos o jurídicos... da igual.

Uno de los casos mas notorios publicados y conocidos es el de Stuxnet. Un gusano que se apropió de los sistemas de control de una planta nuclear de Irán. Detras del "agente" informático infiltrado había todo un desarrollo de software, probado y testeado, con capacidad de evolucionar y de no ser facilmente descubierto aún hoy se desconoce su autoría.



Ahora su código fuente es público, cualquiera puede modificarlo e implantar una evolución con mayor eficacia. Al menos los antiguos topos se jubiliban, ahora estos gusanos sirven de por vida, entrenan la sofisticación y acumulan detalles para lo que nos quede por venir...