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domingo, 3 de marzo de 2013

Antes


Antes sentíamos terror frente a las máquinas que ignorábamos; ahora sentimos terror por las cosas que conocemos. Antes adorábamos salir a pasear para encontrarnos con otros semejantes y poder compartir opiniones charlando en un bar o una terraza; ahora la conexión a alta velocidad desde tu baño nos amenaza con millones de mensajes pendientes de contestar y puede que cualquier día uno de ellos acabe con tu paciencia. A los antiguos usuarios de la red de redes les causaban pánico la veleidad y tormentoso carácter de su operador de conexión, los dueños de las lineas de comunicaciones; ahora vivimos a merced de los piratas, hackers y cyberataques de fanáticos, porque el antiguo Olimpo está en el Pentágono o en el sótano de cualquier grupo terrorista. Ayer ignorábamos el misterio de construir un balón de baloncesto o una pieza de tu coche desde casa y sentíamos terror ante la posibilidad de de ir a un taller para validar un presupuesto del embellecedor de la puerta trasera; hoy sabemos que esa pieza se puede fabricar en tu salón, cruzando patentes con instrucciones del fabricante y una simple impresora 3D.



Si el cambio de ayer nos permitió ser agentes activos demandando información a terceros conectados y retrasmitiendo con una voluntad bidireccional en las redes, hoy vamos mucho mas allá, en lugar de recepcionar información creamos objetos que encajarán en nuestra lavadora tan perfectamente como lo hizo Internet en nuestro mesa de estudio, allá por los años 90.

...¿echamos un partido?