Internet estancado

La necesidad imperiosa del hombre de ser único le ha llevado a estupideces tales como la de escribir anualmente un nuevo volumen del libro Guiness de los record y ya vamos por el 2011. De igual manera que hay un tal Joey en Estados Unidos que es el único capaz de engullir tropecientas hamburguesas en 2 minutos, cuando se conecta a Internet su ordenador ha de ser único, como su huella dactilar.

De esta forma cuando en sus orígenes se reflexionó sobre cómo se identificaría cada máquina conectada a la red, se diseñó una dirección denominada tristemente IP y que correspondería a 32 bits de memoria. Esto permitiría la bestialidad en su día de aproximadamente 4.3 millones de conexiones identificadas como únicas. Más que de sobra opinaron.

El problema se dio hace una década cuando comendamos a querer saber desde nuestro puesto de trabajo si el frigorífico de casa tenía suficiente leche “semi” para la cena de los niños. 

¿Por qué no ponemos a nuestro frigorífico una dirección IP y un programa que gestione los alimentos que refrigera?

Pasó lo mismo con el resto de los electrodomésticos, máquinas industriales, cámaras web, dispositivos de seguridad, etc.

La agencia que gestiona este direccionamiento, denominada IANA, comprometió el último bloque de direcciones IP libres la pasada semana. Sin direcciones libres, Internet se estanca. Lo que hay funciona pero… ¿queda leche "semi" en mi nevera o no?.

Al igual que nos pasó con el efecto 2000 hay solución. Simplemente tenemos que cambiar todo el protocolo de comunicaciones a uno nuevo con más direcciones, el IPv6 que con 128 bits propone la ingente cantidad de 340 sextillones de direcciones para asignar libres. Una vez más y ahora si que si, parecen suficientes.

Como en el efecto 2000 hay negocio para todos, academias, profesores, consultores, fabricantes de hardware y de software y hasta agoreros de que todo va a fallar. Lo que queda claro es que el esfuerzo merecerá la pena, sobre todo si queremos que Joey renueve su récord.

Ahora ya si que podrá asegurarse desde cualquier parte del mundo, que en su casa de San Jose y en interior de su nuevo frigorífico -IPv6- nunca falten hamburguesas.